¿Qué pasó con Mango créditos?

¿Qué pasó con Mango créditos?

Mango fue una de las principales marcas de la fintech Wenance S.A., lanzada en 2018 con la promesa de facilitar préstamos personales 100 % digitales a personas fuera del sistema bancario tradicional. Operaba mediante una plataforma online que ofrecía montos desde los $1.000 hasta el millón de pesos, acreditación en menos de 24 horas y requisitos mínimos como DNI, comprobante de ingresos y cuenta bancaria.


Durante sus primeros años, muchos usuarios celebraron la rapidez del servicio y su accesibilidad, especialmente en contextos económicos difíciles.

Sin embargo, con el tiempo comenzaron a aparecer señales de alerta. Las condiciones del contrato eran poco claras, los intereses eran excesivos y las vías de contacto resultaban ineficientes ante cualquier reclamo. Todo esto se agravó a medida que Wenance, la empresa madre, entraba en una profunda crisis financiera, legal y operativa que arrastró a todas sus marcas, incluida Mango, hacia un colapso total.


Además, Mango formaba parte de una cartera de clientes que superaba los 150.000 usuarios activos, con una operación internacional que se extendía a Uruguay, España y México. La cartera total de préstamos personales de Wenance superaba los 50 millones de dólares, lo que reflejaba una expansión agresiva que terminó siendo insostenible frente a las irregularidades y problemas financieros acumulados.

Cierre repentino y sin respuestas

El cierre de Mango se produjo de manera silenciosa y sin ningún tipo de comunicación oficial. A mediados de 2023, dejó de otorgar nuevos créditos, desactivó su sitio web y cesó sus canales de atención. No hubo explicaciones formales, ni respuestas a los usuarios que intentaban contactarse por deudas, certificados o aclaraciones. Este apagón no fue un hecho aislado, sino parte de una debacle más profunda dentro de Wenance.

La empresa había basado su crecimiento en la captación de fondos a través de fideicomisos financieros, prometiendo rendimientos altos a inversores que confiaban en el modelo de negocio. Pero cuando la morosidad aumentó y la inflación redujo los márgenes, Wenance comenzó a incumplir pagos, afectando a más de 3.000 inversores que habían aportado miles de millones de pesos. Esto motivó una avalancha de denuncias, embargos y medidas judiciales. La justicia argentina detectó maniobras sospechosas como triangulación de fondos mediante empresas fantasma, la utilización de fideicomisos poco transparentes y desvío de dinero hacia el exterior. En octubre de 2024, el CEO Alejandro Muszak y otros tres directivos fueron procesados por asociación ilícita y estafa reiterada en más de 500 casos, y se les impusieron millonarios embargos sobre cuentas, propiedades y bienes personales.

En julio de 2023, Wenance dejó de cumplir con sus obligaciones financieras, lo que desencadenó la suspensión de pagos y un proceso que muchos consideran una quiebra fraudulenta. En ese contexto, la justicia determinó que la empresa operaba mediante un esquema financiero engañoso, utilizando fideicomisos y sociedades pantalla para aparentar solvencia. También se detectó un patrón sistemático de hostigamiento, cobros abusivos y prácticas abusivas contractuales, especialmente dirigido contra personas en situación de vulnerabilidad económica.

Comentarios y reclamos:

  1. “Pagado hace años y siguen reclamando lo mismo”
    Hace más de dos años terminé de pagar mi préstamo con Mango, incluso me enviaron el libre deuda en su momento. Sin embargo, cada tanto aparece algún estudio jurídico distinto —primero fue Cislo, después RCI, ahora uno llamado Eva Verguña— reclamando otra vez la misma deuda. Me amenazan con embargarme el sueldo, venir a mi domicilio o hablar con mi empleador. ¿Cómo puede ser? ¡Tengo todo saldado y los comprobantes! No hay forma de hablar con alguien de Mango, la página no existe y los teléfonos no funcionan.
  2. “Me intiman por deudas falsas o que ya pagué”
    Jamás pedí un préstamo con Mango, pero me llega una deuda de más de un millón de pesos. Otras veces sí tuve un préstamo, lo pagué completamente, y ahora me dicen que debo otra vez. Me llaman, me escriben, me amenazan. Lo más indignante es que nunca me informaron de ningún seguro, servicios adicionales o nuevas condiciones. Todo es confuso y me están perjudicando con esto, hasta me aparecen en el Veraz por una deuda que ni debería existir.
  3. “No me dan el libre deuda, y así no puedo hacer nada”
    Necesito el libre deuda urgente. Terminé de pagar mi préstamo hace años, y nunca me lo mandaron. Mando correos, llamo por teléfono, escribo mensajes, ¡nada! Me cortan o los correos rebotan. Esto me está bloqueando operaciones bancarias, trámites importantes, y ni siquiera puedo justificar que está todo saldado. Es una falta total de respeto y una estafa encubierta.
  4. “Me siguen cobrando después de haber cancelado todo”
    Durante el préstamo, me hacían débitos automáticos. Terminé de pagar, pero siguieron descontando. Reclamo, y nadie responde. Encima figuro como deudor en el sistema financiero. Todo esto me está trayendo muchos problemas. Ya no sé qué hacer para que dejen de inventar deudas o para que me devuelvan lo que me cobraron de más.
  5. “Quiero pagar o regularizar pero no hay forma de hacerlo”
    Algunos queremos pagar, pero no hay ni una financiera habilitada para hacerlo. Los números no funcionan, la web desapareció y nadie responde. En otros casos, dicen que hay una deuda pero no explican de qué se trata. Estoy dispuesto a resolverlo, pero no hay con quién hablar ni cómo confirmar si esa deuda es real o no.

Consecuencias para los usuarios

Mientras tanto, el daño hacia los usuarios se multiplicaba. Muchos denunciaron haber pagado sus préstamos en su totalidad pero seguían apareciendo como deudores en el Veraz, otros sufrieron débitos duplicados o descubrieron que figuraban como beneficiarios de créditos que jamás solicitaron. Numerosos casos describen situaciones de hostigamiento judicial por parte de estudios externos que reclamaban deudas sin respaldo documental, en algunos casos por montos desproporcionados.

A esto se sumó la completa desconexión de la empresa: el número 0800 dejó de atender, los correos electrónicos fueron desactivados y la web quedó fuera de servicio, impidiendo cualquier intento de gestión o reclamo. En paralelo, la Dirección Nacional de Defensa del Consumidor ya había multado años atrás a Wenance por no brindar información clara sobre los contratos, pero las prácticas irregulares continuaron. En el exterior, especialmente en Uruguay, también se presentaron denuncias por parte de inversores que aseguraban haber perdido grandes sumas debido a maniobras similares.

Finalmente…

El cierre de Mango no fue el de una simple plataforma digital, sino el colapso de un modelo que creció aparentemente con la fachada de negocio legítimo. El caso dejó a miles de personas atrapadas entre deudas que no reconocen, amenazas de embargo, pérdida de acceso al crédito y, en muchos casos, consecuencias personales y psicológicas graves. Lo que comenzó como una alternativa ágil y moderna terminó siendo parte de un entramado de estafas, promesas incumplidas y silencios institucionales.

La caída de Mango es un claro ejemplo de cómo la falta de transparencia pueden destruir la confianza de los usuarios más vulnerables, y del riesgo que implica operar con entidades no supervisadas por organismos como el Banco Central. Para quienes resultaron afectados, el camino posterior ha sido complejo y desalentador: sin documentación clara, sin canales de contacto y sin justicia inmediata, muchos siguen esperando una solución que parece cada vez más lejana.

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